Para que queremos ideología si con la razón es suficiente para alcanzar
nuestros objetivos? Esta es una pregunta que se está instalando cada día más en
nuestra sociedad y sobretodo, en los jóvenes, acelerando el proceso de
desideologización.
Nos han enseñado a separar ideología de razón como el que separa el dogma
de la verdad. Pero está división, prácticamente impuesta en nuestra educación, es
ilusoria y ficticia. La razón resulta en sí misma una herramienta (no una
finalidad) y está claramente encadenada a un modelo ideológico. Marx decía que
la ideología dominante es la ideología de la clase dominante. Y una evidencia
de esto es la investigación médica: un científico investigará aquello que le
resulte más rentable al mercado porqué es la única finalidad de quienes
financian su investigación. Así vemos como se invierten millones en luchar
contra la impotencia masculina pero se olvidan aquellas enfermedades raras que
aun no tienen cura.
Por lo tanto, los partidarios de ser gobernados por técnicos apolíticos
caen, a mi modo de ver, en la trampa del pensamiento único. Si únicamente
hubiese una manera de solucionar nuestros problemas, la razón sería la
herramienta ideal. Pero no olvidemos que cada conflicto puede tener un inmenso
abanico de soluciones y de que la razón puede ponerse al servicio de la causa
más justa o más cruel (fuimos capaces con la razón de llegar a la Luna y de
crear la bomba atómica). Por lo tanto, no la podemos desligar de la ideología.
Pero tampoco seré yo quien la desprecie y lo base todo en lo irracional, pues
correría el peligro de ser engañado y esclavizado (moralmente, al menos) por
los mismos dogmas que han venido haciendo esto durante la historia de la
humanidad.
Es necesario fomentar en la educación el uso del razonamiento crítico que
no acepte el modelo impuesto ni contribuya a reforzar el statu quo imperante.
Pero sobretodo, no hay que mostrar indiferencia ante la ideología ya que
sin ella, construimos nuestras vidas medio vacías, encadenamos nuestro destino
al de un sistema que nos hacen ver como inalterable y lo que es peor, nos
convertimos en sumisos incapaces de hacer nada para ser los dueños de nuestro
futuro.
Y con esto, me gustaría acabar recordando al presidente Roosevelt, que un
momento de dura crisis como la que vivimos ahora dijo aquello de “a lo último
que tenemos que temer es al miedo mismo”. Si queremos dejar de ser pisoteados
en este momento en el que tantas y tantas cosas nos estamos jugando, perdamos
el miedo a interiorizar nuestra ideología y pelear por cambiar las cosas.
Adrián Sánchez
Secretari d'Organització JSC Terrassa